sábado, 21 de agosto de 2010

Construcción

Se animó a mirarla cuando no podía devolverle la mirada. La admiró durante horas hasta que sus pestañas se humedecieron y se unieron de a pares. No podía pensar en otra cosa. Lo único que lograba desviar sus pensamientos era ese deseo irrefrenable de detener la situación. Ese deseo que parecía ser la única opción. Deseo que no tendría vuelta atrás. Creyó no tener más escapatoria. Debía seguir pensando. Lo que sabía era que no quería seguir pensándolo. Por alguna extraña razón una alternativa, quizá no muy agradable pero alternativa al fin, se le vino a la mente. También dudó y lo repensó mil veces, algo había que hacer. Y lo hizo. Sin decir nada ni consultar.



2 comentarios:

Let dijo...

Triste triste... muy :(

Pero me gustó mucho eso de las pestañas de a pares :)

Irón dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.